6. Máscaras de pemuche: análisis material de objetos emocionalmente evocativos en un caso de migración interna
Synopsis
El 5 de septiembre de 2017 fui invitada a la celebración del cumpleaños de Alma1 en su casa, junto con su esposo Carlos y sus hijos, Gabriel, de 10 años, y Carlitos, de 4. El festejo congregó a un grupo de dos matrimonios más y los hijos de cada familia nuclear; eran, como ellos, nahuas originarios de Jaguar2, Veracruz, migrantes en Monterrey, Nuevo León. La fiesta también se dedicó a planear la “visita de regreso” (Hirai, 2014) al pueblo para celebrar mijkailjuitl3, como llaman a las fiestas de muertos en Jaguar. Desde el asentamiento de este grupo en Monterrey, hace 19 años, las fechas en que se celebra –del 28 de octubre al 4 de noviembre– se han fijado consuetudinariamente como el momento de su calendario migrante para reencontrarse con el terruño y con los locales, como una manera de fortalecer los vínculos entre las comunidades y participar activamente en ambos territorios (Duval, 2002; Glick-Schiller et al., 1995). Por esta razón, la nostalgia, que –a decir de ellos– prima durante el resto del año, en esos momentos se tiñó de entusiasmo por la cercanía del anhelado viaje. Mis anfitriones y los invitados, de manera espontánea, pusieron especial esmero en explicarme algunos objetos rituales provenientes de Jaguar que decoran la casa: copaleros, toritos de barro (candelabros), instrumentos musicales y los objetos protagónicos: máscaras rituales de madera de pemuche.
