A mediados del siglo xx en México se llevó a cabo un proceso de institucionalización de la cultura que se centró en el fortalecimiento del Estado como proveedor, empleador y capacitador de un sector cultural
que cada vez crecía y se diversificaba más. En la década de los ochenta la reestructuración de la institucionalidad cultural y de las políticas educativas trajo consigo la redefinición de los perfiles de los trabajadores de cultura gubernamentales, que a su vez fueron elementos clave para la configuración del perfil del gestor cultural universitario.